Estar en paz tiene un atractivo que la felicidad no tiene. El motivo es que la felicidad es parte de las dualidades de la vida: va unida a la tristeza; una no puede existir sin la otra. La felicidad generalmente se asocia con la comida, las posesiones materiales, el renombre y la fama, ser alabado o amado, todas las cosas sobre las que tenemos, en el mejor de los casos, un control parcial. Por ello, cuando tenemos todo esto somos felices y, cuando no lo tenemos somos infelices. No hay forma de lograr que alguna de estas cosas dure para siempre. Por lo tanto, la felicidad perpetua es un mito. Cuando la felicidad desaparece, la paz se hace añicos. En contraste, con una paz interior sostenida, la felicidad ocurre automáticamente. Como dice el “Gita”, Ashantasya kutah sukham, que significa: para los no pacíficos, ¿cómo puede haber felicidad? (2:66)