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GRATITUD

Gracias: La Mejor Oración

por Ramesh Bijlani

Agradece todas las dificultades, son el camino más corto hacia lo Divino.

La Madre

La gratitud es una actitud sinónimo de agradecimiento. Hay mucho por lo que cada uno de nosotros debería estar agradecido. Además de nuestros padres y maestros, que tanto han hecho por nosotros, en el transcurso de nuestras vidas ha habido muchas otras personas que nos han ayudado en situaciones de desamparo o que han derramado sobre nosotros una bondad inmerecida. Sobre todo, deberíamos estar agradecidos a Dios por introducir tantos de sus útiles instrumentos en nuestras vidas, y por su infinito amor, misericordia y perdón. Una vez le preguntaron a Dada Vaswani si contar ovejas era una buena forma de conciliar el sueño. Él respondió que contar nuestras bendiciones sería mejor.

La gratitud incorpora varias otras virtudes. Una persona con un ego gigante no puede ser agradecida. Es como un gato doméstico, que piensa que el dueño es amable porque él (el gato) es demasiado bueno. En contraste, un perro doméstico está siempre agradecido porque piensa que el dueño es amable porque él (el dueño) es muy bueno. Una persona que está llena de deseos y ambiciones estará siempre quejándose por más, en lugar de estar agradecida por lo que tiene. Como Om Swami ha dicho, “La gratitud es valorar lo que tienes y la ambición es valorar lo que puedes o no tener en el futuro. Si ahogas la voz de la gratitud en los rugidos de tus ambiciones, todo lo que te quedará es mucho ruido y ninguna música». La gratitud necesita coraje porque es un reconocimiento indirecto de nuestra dependencia de alguien más para algo importante. La gratitud es un indicador de generosidad, porque alguien que es mezquino incluso con un ‘gracias’ no puede ser generoso con nada más. La gratitud es una expresión de amor, como lo son todas las formas de dar. La gratitud necesita sinceridad y adhesión a la verdad. En ausencia de sinceridad, es fácil atribuirse el mérito de todo lo que poseemos y olvidar a Aquel que nos lo dio en primer lugar. Por eso, la mejor oración también es probablemente la más corta: “Gracias, Dios”, una oración dice todo en pocas palabras.

Deberíamos estar agradecidos con «A» que nos ofrece algo. Pero «A» sólo puede dárnoslo porque «B» se lo dio a «A». Y fue «C» quien se lo ofreció a «B», y así sucesivamente. El Dador Último es Aquel que lo tiene todo. Por lo tanto, si bien debemos agradecer a «A», no debemos olvidar al Dador Supremo que es quien en realidad ha otorgado todo lo que alguien alguna vez ha recibido. La Madre ha llegado a decir que «nuestro agradecimiento debe ir a lo Divino y que en el caso de los seres humanos lo que se requiere es una actitud de buena voluntad, comprensión y ayuda mutua».

Deberíamos estar agradecidos por los elogios, porque dadas nuestras debilidades humanas, el aprecio nos anima a seguir haciendo un buen trabajo. Deberíamos estar aún más agradecidos por las críticas porque nos muestran las debilidades que tenemos que superar. Por lo tanto, quienes nos critican nos dan una tarea personal muy útil y edificante. Quienes son humildes con nosotros ponen a prueba nuestra humildad. Aquellos que nos insultan ponen a prueba nuestra ecuanimidad. En ausencia de oportunidades, la humildad y la ecuanimidad siguen siendo vagos ideales, y podemos asumir fácil pero erróneamente que disponemos de ellos en abundancia. Lo que somos puede ser bastante diferente de aquello que pensamos que somos.

También deberíamos estar agradecidos cuando ofrecemos algo. Sin alguien que reciba, ¿Cómo podemos obtener la felicidad de dar? Por ejemplo, los profesores brindan conocimientos a sus alumnos, por los cuáles, por supuesto, los alumnos deberían estar agradecidos. Pero los profesores también deberían estar agradecidos a los estudiantes por la oportunidad de brindarles conocimiento. Del mismo modo, los médicos y las enfermeras deberían estar agradecidos con sus pacientes que les dan la oportunidad de brindar cuidados médicos. Y, los padres deberían estar agradecidos con sus hijos que les brindan la oportunidad de dar lo que tienen. En última instancia, el verdadero propósito de la vida es realizado a través del amor. El amor se expresa dando lo que tenemos a quienes lo necesitan. Aquél que necesita lo que podemos dar nos está dando la oportunidad de cumplir el propósito de nuestras vidas.

La gratitud y el amor son primos cercanos. Como el amor, la gratitud es una actitud, una inclinación de la mente o una «vibración», como la llama la Madre. No tiene por qué pasar de una persona a otra. Es la mente humana la que crea la ilusión de la necesidad de «dos polos». “Cuando entras en esa vibración [de gratitud], en su pureza, te das cuenta inmediatamente de que tiene la misma cualidad que la vibración del amor”, dice la Madre.

La Madre narra la historia de una gran fiesta que se desarrolla en un palacio celestial al que han sido invitadas todas las virtudes. Muchas de ellas se presentaron, vestidas con sus túnicas resplandecientes. Por último, llegó una joven tímida con un vestido blanco muy sencillo, a la que los guardias, con desgano, dejaron entrar. Mientras ingresaba a la fiesta, las altas y poderosas virtudes estaban ocupadas charlando unas con otras, y nadie parecía darse cuenta de ella. Finalmente, la Prudencia dio un paso adelante, le dijo que nadie en la fiesta parecía conocerla y le preguntó quién era. La recién llegada respondió: “¡Ay! No me sorprende que parezca “un extraño” en este palacio, porque rara vez me invitan a algún lugar. Mi nombre es Gratitud».

No existe nada que pueda darnos una alegría igual a la de la gratitud.

La Madre

La gratitud es un elevado y receptivo estado espiritual.

Julia Cameron

Traducido por NB Traducciones.

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