Del Deber y la Responsabilidad a la Oportunidad

Del Deber y la Responsabilidad a la Oportunidad

ENERO 2023

VOLUMEN 48 No. 1

EDITORIAL

La mayoría de las personas sentimos una cierta obligación moral por aquello que se supone debemos hacer, aquello que comúnmente denominamos nuestra tarea o labor. La obligación de cumplir con nuestro deber aumenta aún más si somos remunerados por ello. Cumplir con nuestro deber, y hacerlo bien, es una idea ética, casi una norma social, que nadie cuestiona. Pero la espiritualidad va más allá de la moral y la ética. Para una persona que aspira al progreso espiritual, el deber se convierte en una oportunidad para dar algunos pasos hacia la realización de su aspiración.

El trabajo de un padre o una madre no es fácil, y no todos lo hacen con alegría. Es raro encontrar un padre o una madre que no se exaspere de vez en cuando y lamente la decisión de haber traído un hijo al mundo, ya sea mientras el niño atraviesa la difícil etapa de los dos años, la adolescencia rebelde o las relaciones románticas turbulentas. Pero aun así los padres continúan con la crianza de los hijos como una responsabilidad de la que no pueden ni deben tratar de escapar, porque “Después de todo, hemos traído estos niños al mundo. Por lo tanto, es nuestra responsabilidad cuidarlos, proveer para ellos”. Para una persona que aspira al progreso espiritual, la responsabilidad se convierte también en una oportunidad para dar algunos pasos hacia la realización de su aspiración.

El trabajo de la generación «sándwich» es quizás el más difícil de todos. Por un lado, está su responsabilidad hacia los hijos; por otro, también sienten un cierto compromiso con sus adultos mayores. El compromiso con los padres puede convertirse en una tarea demandante, especialmente si uno de los padres está postrado en cama o tiene una forma severa de demencia senil, como el Alzheimer. Para una persona que aspira al progreso espiritual, el abrumador compromiso de la generación «sándwich» se convierte también en una oportunidad para dar algunos pasos hacia la realización de su aspiración.

Esto plantea dos preguntas. ¿Cómo pueden ser todos estos roles una oportunidad para el progreso espiritual? En segundo lugar, por qué es importante ver el deber o la responsabilidad como una oportunidad.

El papel de un padre, de una madre, o el del hijo de padres ancianos, implica Dar: dar tiempo, cuidar, dar dinero, etc. La mejor motivación para dar viene del amor; dicho de otra manera, el amor se expresa mejor dando. El dar como expresión de amor está enraizado en una débil barrera que separa a quien ama de quien es amado. La barrera se debilita aún más cuando el amor se expresa dando. Así, una barrera débil es tanto la causa como la consecuencia del dar. Como resultado de este efecto en cascada, la barrera puede eventualmente colapsar y, debido a ello, el alcance del amor expandirse. Una forma más sencilla sería decir que no solo se profundiza el amor, sino que el círculo de seres amados también se expande para incluir más y más. El proceso no es más que una mayor expresión de la unidad, que es un corolario directo de la visión espiritual del mundo. Organizar la propia vida cada vez más en torno al sentimiento de unidad es exactamente lo que significa el progreso espiritual.

Yendo ahora a la segunda pregunta, por qué es importante ver el deber o la responsabilidad como una oportunidad?. El cambio de perspectiva y conciencia a medida que uno pasa de percibir la tarea como una responsabilidad a percibirla como una oportunidad permite que el trabajo sea más fácil, hecho con alegría, realizado de una mejor manera y que traiga una sensación de plenitud. Sin embargo, el cambio no significa que la persona se descuide a sí misma. A menos que la persona esté sana, no tendrá la energía para hacer todo lo que requiere dar una expresión práctica a su amor.

El desgaste de energía física y mental que supone dar una expresión práctica al amor exige un trabajo interior constante. Este trabajo interior consiste esencialmente en entrar, con la suficiente frecuencia durante el día, en un equilibrio meditativo, especialmente en momentos de desesperación y exasperación, para recuperar y reforzar el sentido de gratitud a lo Divino por las oportunidades disponibles para el crecimiento espiritual. Sin este trabajo interior continuo, existe un riesgo concreto de movimiento inverso: pasar de percibir la tarea como una oportunidad a considerarla como un deber, como una responsabilidad de la que uno se quiere escapar pero no puede.

 

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