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ASANA

Mucho Más Que Una Simple Postura

por Ramesh Bijlani

El poder de la inmovilidad física es tan importante en el Hathayoga como el poder de la inmovilidad mental en el Yoga del conocimiento, y por razones similares.

Sri Aurobindo

Asana, literalmente, significa postura. En el uso común, el término se utiliza con más frecuencia para referirse a las posturas que forman parte del yoga. En el yoga de ocho ramas (ashtanga) de Patanjali, “asana” es la tercera rama, después de “yama” y “niyama”. Puede resultar sorprendente para muchos que los “yoga sutras de Patanjali” (aforismos) no mencionen ningún asana específico ni digan nada sobre la técnica para realizar las posturas. Esto es comprensible porque el yoga de Patanjali, o raja yoga, enfatiza la perfección mental.  La técnica para la cual uno puede obtener una excelente orientación de los “yoga sutras de Patanjali” es la meditación. Los asanas son relevantes para la perfección mental porque la inmovilidad del cuerpo es un requisito previo para la inmovilidad de la mente. Con estos antecedentes, veamos lo que Patanjali tiene para decir sobre “asana”. Para comenzar, da la regla cardinal de que un asana debe ser estable y cómodo (Patanjali’s Yoga Sutras (PYS), 2:46). Obviamente, lo que se da a entender es que, mientras se mantiene una posición durante un asana, la persona debe estar firme y cómoda. Este es un principio que se aplica no solo a las posturas meditativas, sino también a todas las demás posturas yóguicas. Cuando una persona alcanza su posición final, no debe tambalearse; y aunque pueda estar en una posición de estiramiento intenso, el estiramiento no debe ser doloroso, sino que debe ser un estiramiento agradable. Por eso, la posición final de cada persona puede variar según la flexibilidad de su cuerpo. Forzarse a alcanzar la posición final ilustrada en un libro, y tratar de mantenerla con el cuerpo entero temblando y quejándose, no es yoga. Uno debe flexionar el cuerpo solo hasta el punto en el que se sienta cómodo y pueda mantener la postura sin sentirse inestable. A través de la práctica diaria y a medida que la flexibilidad mejore podrá estirarse más, y un día podría ser posible replicar la imagen del libro. Tener prisa por llegar allí puede causar una lesión, por lo que sería injusto culpar al yoga porque Patanjali nos ha dado una regla cardinal que no debe romperse: sthira (estable o firme) sukham (cómodo) asanam (es un asana o una postura) (PYS, 2:46). A continuación, Patanjali dice: “prayatnashaithilya” (relajación del esfuerzo) “anantasamapattibhyam” (viene de la identificación con lo Infinito) (PYS, 2:47). Esto puede estar relacionado con el aforismo anterior. Si la postura es estable y cómoda, no requiere esfuerzo para permanecer allí. Por lo tanto, hay relajación del esfuerzo. Alcanzar esta etapa de no necesitar un esfuerzo es facilitada meditando en lo Infinito. Si la meditación es muy exitosa, conducirá a la identificación con el objeto de meditación. Aunque alcanzar esa identificación no es fácil, meditar en lo Divino aligera e ilumina la postura. Para hacerlo aún más fácil, Swami Vivekananda sugiere que, si no es posible pensar en el Absoluto Infinito, uno puede meditar en la infinitud del cielo. A continuación, Patanjali dice “tato” (de ahí en adelante) “dvandvaanabhighaatah” (las dualidades no perturban) (PYS, 2:48). Esto nuevamente tiene que estar vinculado con el aforismo precedente. Una vez que se ha alcanzado la identificación con lo Infinito, las dualidades como el dolor y el placer, el insulto y la alabanza, el frío y el calor, la victoria y la derrota, el éxito y el fracaso, etc., no perturbarán a la persona. Este estado de perfecta ecuanimidad se debe a la identificación con lo Infinito, no a la postura. Por lo tanto, sería injusto esperar tal milagro de una mera postura. ¡Eso es todo lo que Patanjali ha dicho sobre los asanas en sus sutras!

Ahora, pasemos de lo que Patanjali dijo sobre los asanas a la imagen que generalmente evocan hoy en día. Los asanas se clasifican en tres categorías según su propósito principal: relajación, ejercicio físico o meditación. En esta discusión, nos limitaremos a los asanas que nos brindan principalmente algún ejercicio físico. Un asana típico comienza con una posición inicial, en la que la persona está relajada. Desde esta posición, la persona avanza hacia la posición final a través de una serie de movimientos lentos, suaves y elegantes. La posición final es una posición de estiramiento intenso pero agradable. La persona permanece en la posición final durante 10-15 segundos, o más. Uno de los requisitos en la postura final es que la persona debe estar firme y cómoda. Después de permanecer en esta posición durante 10-15 segundos la persona regresa, una vez más a través de movimientos lentos y elegantes, a una posición relajada. La persona puede dedicar algún tiempo a la relajación antes de pasar al siguiente asana. En otras palabras, hay tres etapas en la ejecución de una postura: posición inicial (relajada); posición final (estiramiento) que se mantiene durante un cierto tiempo; y fin del asana (relajada). La transición de la primera etapa a la segunda, y de la segunda etapa a la tercera, puede sincronizarse con la respiración. Mientras se sostiene la postura en la posición final, solo se mantiene la postura, no la respiración. Cómo entrar en una postura y cómo salir de ella son al menos tan importantes como la postura misma.  Por eso, es mejor aprender los asanas personalmente con un maestro competente en lugar de hacerlo a través de un libro.

Una de las características singulares de los asanas es que, aunque implican ejercicio físico, no son agotadores; de hecho, al final de una sesión de asanas, la persona se siente renovada y relajada. Esto sucede por diversas razones. En primer lugar, los asanas implican movimientos suaves, no bruscos. En segundo lugar, el estiramiento se alterna con la relajación. En tercer lugar, la secuencia de asanas está dispuesta de tal manera que cada postura es seguida por una contrapostura. Si una postura implica inclinarse hacia adelante, el siguiente asana implica inclinarse hacia atrás. De este modo, el estiramiento producido por un asana es neutralizado por el siguiente. Por último, las posturas se intercalan con la relajación, y la sesión suele terminar con cinco o más minutos de relajación. Además, la voz suave del instructor, el entorno agradable y las oraciones recitadas al principio y al final de la sesión, contribuyen a la paz mental que se experimenta al final de la clase.

Es natural comparar los asanas con otras formas de ejercicio físico, como caminar, trotar, nadar y practicar deportes. En contraste con los asanas, la mayoría de los otros ejercicios resultan agotadores. En segundo lugar, una serie de 15 a 20 asanas cuidadosamente seleccionadas ejercita de forma integral cada articulación y músculo del cuerpo, mientras que otros ejercicios pueden involucrar un grupo relativamente limitado de músculos. Por lo tanto, los asanas son, en general, mejores que otros ejercicios en lo que respecta a la mejora de la flexibilidad del cuerpo y a la coordinación de los movimientos. En tercer lugar, aunque la intensidad del ejercicio en los asanas sea baja, la mejora en la condición física es comparable a la que se logra con otros ejercicios mucho más intensos. Esto sucede porque los movimientos respiratorios y las fluctuaciones en las presiones abdominales y torácicas en las posturas yóguicas son comparables a las de los ejercicios intensos y, por lo tanto, la mejora en el funcionamiento del corazón y los pulmones también es comparable. Sin embargo, la menor intensidad del ejercicio significa que los asanas no queman muchas calorías y, por lo tanto, no pueden contribuir tanto a la pérdida de peso como algunos ejercicios vigorosos. Finalmente, los asanas se realizan con plena conciencia. Por lo tanto, aumentan la sensibilidad a lo que ocurre en el cuerpo, lo que permite detectar de forma temprana las fluctuaciones en el bienestar y evitar accidentes. Los asanas también tienen algunas ventajas prácticas en comparación con otros ejercicios. Debido a su naturaleza suave, es poco probable que se produzcan lesiones. En segundo lugar, si hay dolor en alguna parte del cuerpo, aún puede ser posible hacer al menos aquellas posturas que no causen molestias. Por lo tanto, la regularidad de la práctica generalmente no se ve afectada por molestias menores. Por último, los asanas se pueden hacer en casa, incluso en pijama, en cualquier clima y sin ningún equipamiento.

Los asanas son una parte del yoga, y el yoga es una disciplina espiritual. ¿Cuál es el vínculo entre estas prácticas físicas y la espiritualidad? Aunque es cierto que el yoga es un sistema diseñado principalmente para el crecimiento espiritual, el crecimiento espiritual no se puede lograr en el vacío. Es viviendo una vida conscientemente orientada hacia el objetivo del crecimiento espiritual que podemos acercarnos a esa meta. Uno de los requisitos para una vida guiada por el crecimiento espiritual (o cualquier otro objetivo) es que nuestros instrumentos estén en buen estado. Podemos conocer el objetivo y el camino a seguir, pero no podemos llegar a nuestro destino si el conductor no goza de buena salud. Somos los conductores en el viaje de nuestras vidas. Por lo tanto, mantener saludable el complejo cuerpo-mente es importante para vivir una vida con propósito, independientemente de lo que consideremos que sea ese propósito. Pero, cuando el propósito es el crecimiento espiritual, mantener el cuerpo y la mente saludables no solo se vuelve importante; se convierte en un deber sagrado. Por lo tanto, los asanas deben ejecutarse con la actitud de que las estamos realizando para mantener el cuerpo sano; y que queremos estar saludables para que este cuerpo pueda ser un instrumento apto para hacer aquello para lo que Dios nos ha enviado a este mundo. Este es el espíritu que está detrás de la oración con la que generalmente comienza y termina una sesión de asanas. Solo cuando los asanas se realizan con esta actitud, se convierten en asanas de yoga (yoga-asanas). Sin esta actitud, los asanas son solo ejercicios físicos; con esta actitud, incluso otros ejercicios como caminar, trotar o nadar se convierten en parte del yoga.

Traducido por NB Traducciones.

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